Matemáticas

Mañana es un aniversario. He caído en ello como se cae en un charco cuando se llevan los zapatos limpios: a traición. Es uno de esos aniversarios absurdos que le pasan desapercibidos, menos a ti, a absolutamente todo el mundo, incluso a las personas que forman parte de él. Porque no todos los aniversarios son de nacimiento, muerte, boda o estreno. Los hay pequeños, discretos, humildes, tímidos. El día que fuiste a ver aquella película al cine, el primer viaje que hiciste a esa ciudad, cuando te regalaron ese libro, la primera cerveza con alguien. La última. Por algún motivo, recuerdas la fecha, tal vez porque la asocies a otra fecha aún más insignificante: el día de la Comunidad, el cumpleaños de alguien que no tiene nada que ver con la historia, San Juan... Y de pronto, sin venir a cuento, te acuerdas.

Entonces empiezas a echar números.  Porque un aniversario implica, por definición, como mínimo un año y, de ahí en adelante, puede que hayan pasado dos, o tres. ¿Y qué ha ocurrido desde ese día que fijaste sin querer en el calendario con la chincheta de tu memoria selectiva, esa que recuerda la ropa exacta que llevabas el 12 de diciembre de 2015 pero tiende a olvidar la clave del banco con preocupante frecuencia? Muchas cosas. Pero como "mucho" no es un concepto preciso y tú ibas para matemáticas puras hasta que te torciste, coges tu libreta y empiezas a sacar cuentas. Cuentas tan silenciosas como tu aniversario.

Como te torciste tanto que acabaste dibujando, empiezas a trazar tu gráfica. Progreso/Tiempo. Le sumo este valor inesperado y le restas estos que habías calculado mal. El esfuerzo lo tuviste que multiplicar de forma exponencial, cero aparece en la fórmula más de lo que quisieras y, salvo error, la declaración te sale a pagar. Y tu cabeza bulle echando humo y números, porque al final todo son números, como el 9% de batería que le queda a mi ordenador antes de que se apague o los minutos que le queden al día antes de que termine y la primera frase de esta entrada pase a ser una mentira. Y te preguntas que, si las matemáticas no fallan, a ver si quien está fallando eres tú. Entonces llega el momento en el que te planteas cosas. Cosas. ¿Volver a hacer la cuenta? ¿Borrar y cuenta nueva? ¿Ponerle pilas a la calculaora científica que, en realidad, solo usaste para sumar y restar?

Mañana es un aniversario y, al final, lo único que haces es echar la vista atrás. Y preguntarte qué pensarás al respecto el próximo aniversario. Menos mal que me pasé a letras.

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