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Mostrando entradas de julio, 2020

El extranjero

Miraba a su alrededor en silencio. Observar era lo que hacía con más frecuencia. "Ver, oír y callar", solía repetirle siempre uno de los escasos miembros que conocía de su especie. Y en ello estaba constantemente. Los demás. los que no eran como él, solían confundir ese silencio con falta de opinión o tal vez de inteligencia. Pensarían algunos que no se daba cuenta de muchas cosas, que le pasaban desapercibidas. Nada más lejos. Observaba, analizaba, sacaba conclusiones. Y guardaba silencio. Si nadie le había pedido su opinión, no tenía por qué darla.  El extraterrestre miraba a su alrededor y no comprendía nada. Todo lo que le rodeaba le era ajeno y extraño. Parecía haber un consenso general acerca de muchas cosas sobre las que nadie se cuestionaba nada, tan establecidas, tan aceptadas, tan interiorizadas por todos que la absurda posibilidad de que alguien no las compartiera suponía, inmediatamente, la exclusión social del rebelde. Curiosos humanos. Desde su posición de incóg

Sobre nada y la lluvia

Huele a lluvia. Hace rato fue un fastidio, porque las enormes gotas que caían locas en horizontal impulsadas por un viento de ventisca me obligaron a cerrar las ventanas, esto es, a quedarme sin la agradable corriente que danzaba después de un bochornoso día de verano, esto es, a asfixiarme boqueando como un pez fuera del agua. Sin embargo, la lluvia se fue pero dejó su aroma flotando, y pude volver a abrir las ventanas para dejarlo pasar, empujado por ese mismo viento alborotado que antes me había hecho cerrarlas. Y hoy me apetece escribir en primera persona. Caprichos de la narrativa narcisista. El edificio está absolutamente tranquilo, lo cual es sorprendente porque la más normal de la finca prácticamente soy yo, así que imaginad el panorama. Hoy no hay sesión non-stop de bachata y rancheras con risas estridentes, ni jóvenes cantando repetidas veces el cumpleaños feliz con ruido de cascos de litros de cerveza de fondo, ni el descerebrado pegando alaridos mientras toca la guitarra,

A fuego lento

Al principio no le prestas atención, aunque ha hecho que levantes las orejas y te pongas en guardia: algo no está bien. Te pasa más o menos desapercibida entre las demás oraciones que componen la conversación, se camufla en el follaje de palabras que iban antes y después, finge ser una más. Pero no, no lo ha sido, no lo es. Una especie de escozor te ha recorrido después de que llegara a ti, entrecierras los ojos como Clint Eastwood en la Trilogía del Dóla r y una sensación, como el frío en un día húmedo de invierno, empieza a calarte por dentro poco a poco antes de que te des cuenta de lo que ha pasado. Y lo que ha pasado, para empezar, es que la has dejado pasar. La frase ha aparecido revoloteando en la charla, te ha picado con su aguijón venenoso y se ha marchado zumbando antes de que pudieras darle el manotazo mortal. Ahora, conforme pasan los minutos, las horas, incluso los días, comienzas a notar ese picor que va en aumento. ¿ De verdad me han dicho esto? ¿Y yo lo he dejado pas