El extranjero
Miraba a su alrededor en silencio. Observar era lo que hacía con más frecuencia. "Ver, oír y callar", solía repetirle siempre uno de los escasos miembros que conocía de su especie. Y en ello estaba constantemente. Los demás. los que no eran como él, solían confundir ese silencio con falta de opinión o tal vez de inteligencia. Pensarían algunos que no se daba cuenta de muchas cosas, que le pasaban desapercibidas. Nada más lejos. Observaba, analizaba, sacaba conclusiones. Y guardaba silencio. Si nadie le había pedido su opinión, no tenía por qué darla. El extraterrestre miraba a su alrededor y no comprendía nada. Todo lo que le rodeaba le era ajeno y extraño. Parecía haber un consenso general acerca de muchas cosas sobre las que nadie se cuestionaba nada, tan establecidas, tan aceptadas, tan interiorizadas por todos que la absurda posibilidad de que alguien no las compartiera suponía, inmediatamente, la exclusión social del rebelde. Curiosos humanos. Desde su posición de incóg