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Mostrando entradas de diciembre, 2020

No esperaba más

Una cosa que hace muy bien el ser humano es decepcionarse. El eterno descontento causado por la discrepancia entre lo que queríamos y lo que acabamos obteniendo es lo que nos diferencia de la mayoría de animales. Que no os engañen con eso de que es la inteligencia, que los delfines también son muy listos.Y es que el principal alimento de una buena decepción son las expectativas: el relato que construimos en nuestra cabeza de cómo debería ser algo y que tan pocas veces llega a ser fiel a la realidad. Ya nos lo contó el cuento de la lechera: mira por dónde andas, bonita, o vas a romper el cántaro y, si te pones, los dientes, que la piedra siempre se pone en el sitio más tropezable del camino. Supongo que en parte es fruto de ese otro rasgo tan humano que es la imaginación. Nos encanta ir veinte pasos por delante de lo que está ocurriendo e inventar nuestro propio cuento, conjeturar con los ochocientos escenarios posibles, fantasear con las maravillas que esperan a la vuelta de la esquina