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Mostrando entradas de agosto, 2020

Vienna y la piedra de tropezar

 Vienna lleva diez años cayendo en la misma trampa y eso que no es nada tonta, en general. Es cierto que a las pocas semanas de llegar a casa, cuando la observé saltar desde mi cama hasta la ventana, cerrada, rebotar contra el cristal y caer dentro de la papelera que había debajo, pensé que a lo mejor no habíamos adoptado al Einstein de los gatos, pero durante esta década ha demostrado un grado de genio e inteligencia superior al de mucha gente que conozco. Hasta en las maldades se le conoce cierta idea que me hace cuestionarme profundamente eso de que sea un “ser irracional”. ¿Y dónde se ha visto un bicho que rezongue cuando le regañas, herido en su orgullo? Sin embargo, Vienna lleva diez años (casi once) tropezando con la misma piedra. A veces, cuando está ejerciendo esa maravillosa potestad felina de desaparecer de la faz de la Tierra cuando le sale de los bigotes y se hace preciso encontrarla (para cerrar una ventana, para evitar que se escape cuando viene el mensajero, para asegur