La hoguera va por dentro

No estoy muy familiarizada con los ritos de la noche de San Juan. En general, no estoy demasiado familiarizada con las tradiciones de casi nada porque no soy muy de supersticiones y me dan bastante igual, así que no les presto atención ni por curiosidad. Pero sé que el fuego tiene algo que ver y sé que se concibe como un elemento purificador. El sueño de cualquier pirómano. Así que en esta noche se hacen promesas y propósitos, se conciben etapas y proyectos nuevos y se echan a la hoguera los errores del pasado, amén de alguna morcilla.

Y es que si te pones a echarle errores al fuego, se te quedaría corta hasta la noche más larga del año. Porque, si empiezas a recapitular, mira que has hecho el imbécil. Y con lo que a ti te gusta recapitular... Podrías clasificar tus descalabros y equivocaciones por tamaños, colores, fechas, número de repeticiones, alfabéticamente y por sabores. Generalmente, amargo. Entonces, un día, sin venir a cuento y de la manera más tonta, te puede venir a la mente uno de ellos, o un tipo de ellos y, ya que estás, con tu escobilla del váter en la mano (porque las revelaciones rara vez aparecen en momentos épicos), te da por reflexionar.

No creo que los errores sean inevitables pero sí creo que, para saber que si tropiezas con la piedra te vas a dejar varios dientes, primero has tenido que tropezar con la piedra y comprobarlo. En la mayoría de las ocasiones, más de una vez. El número de veces que tropieces con la misma y la cantidad de piezas dentales que pierdas por el camino ya dependen de lo idiota que seas. Y no importa que te lo hayan contado antes: "Si tropiezas con esa piedra, te vas a estampar de boca". Aquí de pronto te pones científico y tienes que comprobarlo por ti mismo, con tu propia sangre y lágrimas. Einstein estaría orgulloso de ti.

Equivocarte te vas a equivocar (creo que hasta Dios lo hace, si no de qué algunas cosas); lo que importa es lo que aprendas de ello. Y mirado con perspectiva, te preguntas por qué narices no aprendes más rápido (aunque, en realidad, cada vez sacas las conclusiones antes). Vale, te has hecho daño, te has sentido mal, te han hecho sentir mal, has llorado, has vivido el drama. Que sirva para algo además de para que te pique la cicatriz cuando llueve. No vuelvas a ser tan gilipollas. Al menos de la misma manera. Explora nuevas y fascinantes formas de estupidez, pero no te repitas una y otra vez.

En esta noche de San Juan de playas cerradas y mares interpuestos, la hoguera va por dentro.  Hay cosas que no van a volver a pasar. Meterás la pata de otra forma, pero por ahí ya no van a pillarte, Caperucita. Blandiste tu escobilla del váter esa tarde que meditaste sobre ello y lo recuerdas ahora, delante de tu vela aromática (brisa marina) a modo de hoguera doméstica. Que tonto eres, sí, pero vas aprendiendo.



Se me ha quedado un post muy de imprimir en una taza y venderlo en la Sección Cuqui de una tienda de Cosas Optimistas e Insustanciales. Podéis echarlo al fuego si queréis.

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